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miércoles, 6 de noviembre de 2013

martes, 1 de octubre de 2013

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lunes, 16 de septiembre de 2013

PENJING Con materiales alternativos

· CONTENIDO
En este texto se tratan consideraciones generales para el diseño y construcción de un paisaje montañoso sobre bandeja, con un enfoque sintético y especial interés en el empleo de materiales alternativos e innovadores.

Para optimizar los recursos y evitar complicaciones innecesarias se sugiere seguir el siguiente ordenamiento:
 1) ELEGIR LOS MATERIALES
Para la construcción de un paisaje montañoso sobre bandeja se consideran tres componentes principales:
Material vegetal: Incluye a las plantas que emularán a los árboles y arbustos creciendo en un paisaje natural. Los cubresuelos y el musgo completan el efecto.
 Estructura montañosa: Para representar montañas se pueden construir estructuras a partir de diversos materiales que tengan aspecto rocoso y natural, ya sea ese su origen o no. En nuestro caso elegimos trabajar con bloques de cemento celular (Retak), que luego de ser tratados adquieren una vista atractiva.
Bandeja: Sobre ella asienta el paisaje, por lo que debe cumplir una función estética y estructural (soporte del peso). En este caso se utilizó una placa rectangular de porcelanato de 120 x 60 cm


2) DETERMINAR LAS DIMENSIONES DEL PENJING
Un paisaje transmite una imagen natural y creíble cuando todos sus componentes (plantas, estructuras rocosas y bandejas) armonizan entre sí. Para alcanzar este equilibrio se debe proyectar una escala que resulte viable en función de la disponibilidad de materiales.
También se debe tener en cuenta el sitio donde se emplazará el paisaje para que sus dimensiones no estorben, ni resulte incómodo su mantenimiento.

3) SELECCIONAR Y ACONDICIONAR LA BANDEJA
Se debe lograr una integración estética de la bandeja con los otros elementos del paisaje. Según el efecto artístico buscado puede tener un aspecto natural que se misture con el resto (ej. laja) o aportar un marco que acentúe o destaque algún componente del paisaje (ej. bandeja azul en un paisaje floral).
Existen diferentes materiales útiles:
Suiban: Se puede emplear una bandeja cerámica específicamente diseñada para este fin. Los orificios de drenaje no son indispensables si el zócalo de la bandeja es bajo, debido a que la limitante suele ser la desecación más que el encharcamiento.
Lajas: Son ampliamente utilizadas. Su contorno se puede esculpir y se perforan con facilidad. En la actualidad es difícil conseguir lajas de más de 1 m de largo ya que se comercializan en pallets.
Bandejas de cemento: Recubriendo con cemento mallas de metal desplegado se pueden construir bandejas. Se deben incluir alambres para el anclaje de los árboles que asientan en la base. Con el agregado de minileca o granza se pueden lograr interesantes texturas; también se pueden colorear (ferrites). Las sales que desprende el cemento son perjudiciales, en particular para algunas especies (acidófilas). Este efecto se atenúa si se lava reiteradas veces antes de la plantación.
Placas de mármol o granito: Resultan en general muy caras y su modelado requiere herramientas y mano de obra especializada lo que aumenta aún más su costo hasta hacerlo prohibitivo para la mayoría de los proyectos. Son susceptibles al ataque de sustancias químicas que pueden erosionarlas o mancharlas (ej: sulfato de hierro). Son pesadas.
Porcelanato: Como novedad se propone el uso de piezas de Porcelanato. Aunque son de producción industrial si se escogen adecuadamente (color, textura, terminación de los cantos) tienen características estéticas muy atractivas. Soportan bien la carga de peso, son resistentes ante elementos químicos y relativamente livianos. Sus costos son aceptables en función de sus virtudes. Se sugiere el empleo de las piezas rectangulares, evitando las cuadradas, que si bien se pueden recortar dejan márgenes irregulares y desprolijos.
Se pueden perforar con mechas de vidia y atravesar tornillos para fijar las estructuras montañosas, o pasar alambres para fijar ejemplares vegetales.

 4) DISEÑAR LA ESTRUCTURA MONTAÑOSA
En un paisaje montañoso la presencia de desniveles genera un atractivo sensorial y aumenta la sensación de profundidad. A su vez, la posibilidad de plantar árboles a diferentes alturas aporta mucho dinamismo visual.
Para proyectar el diseño de las montañas conviene usar a modo de plantilla la base (porcelanato) con lo que se logra una noción más acertada de las formas, contornos y dimensiones deseables para los peñones.
Para generar una elevación que simule un accidente topográfico natural se pueden utilizar una gran variedad de elementos: rocas naturales (ej.: piedra pómez), escoria de fundición (desecho de la industria siderúrgica), volúmenes de cemento, etc.
Se destaca el empleo de bloques de Concreto/Hormigón celular. Este material resulta muy accesible (económico y disponible). Es muy versátil para realizar trabajos artísticos, se corta y talla fácilmente con herramientas caseras (serruchos, formones, espátulas, destornilladores, etc.). Se le pueden aplicar tornillos ya sea para fijarlo a la base, como para generar un punto de sujeción de los árboles. Al tener una estructura alveolar (burbujas de aire) resulta liviano, poroso, con una textura interesante. Retiene humedad y con el tiempo “envejece” ganando naturalidad.
Es conveniente usar guantes durante su manipulación ya que en contactos prolongados con la piel puede resultar abrasivo (como la piedra pómez). Si se trabaja en seco desprende polvo (barbijo), para evitar esto se puede humedecer previamente.
Las sales que libera son perjudiciales para muchas plantas (tal como las del cemento), en particular para algunas especies (acidófilas). Por tal motivo, se debe lavar antes de la plantación para retirar la mayor cantidad posible de sales nocivas. Si se “cura” adecuadamente no se observan efectos negativos en el cultivo, incluso de especies sensibles (ej. Serissa foetida, Lonicera nitida, etc.).
Una vez curadas, se pueden teñir con diluciones de pinturas acrílicas o tinturas naturales. 




5) SELECCIONAR EL MATERIAL VEGETAL
Árboles: La selección de ejemplares está limitada a la disponibilidad de recursos, pero se debieran considerar como candidatos a aquellos de pequeña talla (mame, shohin), ya adaptados al cultivo en macetas chicas, para favorecer su implantación en el paisaje.
Solo a modo de ejemplo se mencionan algunas especies disponibles en nuestro medio: Acer buergerianum, Acer palmatum, Buxus sempervirens, Celtis Australis, Cotoneaster horizontalis, Cuphea hyssopifolia, Cupressus sempervirens, Chamaecyparis obtusa nana, Erica carnea, Fuchsia magellanica, Juniperus chilensis, Juniperus procumbens nana, Ligustrum sinense, Lonicera nitida, Nandina domestica, Parthenocissus tricuspidata, Punica granatum nana, Pyracantha sp., Rosmarinus officinalis, Serissa foetida, Thuja sp., Ulmus minor, Ulmus parvifolia, etc.
Musgo: Es conveniente contar con una generosa cantidad y diferentes variedades. Una vez  recolectados se pueden mantener hasta su empleo en una bandeja con alta humedad y baja exposición solar. También se pueden cultivar, en vez de recolectarlos, aunque es más laborioso.
Cubresuelos: Hay que elegir variedades que no resulten invasivas y terminen “sofocando” a nuestros arbolitos (ej. Dichondra repens). Se pueden recolectar en baldíos, veredas, etc. También se consiguen como tapizantes en viveros (ej  Soleirolia soleirolii). 


6) PLANTAR LOS ÁRBOLES: UBICARLOS Y SUJETARLOS
Para lograr una imagen natural, debemos imitar lo que se observa en un ecosistema montañoso real. En las zonas altas la densidad de árboles debe ser baja (ejemplares aislados), en la base pueden lucirse agrupaciones.
Se debe tener en cuenta que las cimas y laderas altas de las montañas son el hábitat de árboles que al estar expuestos a los rigores de la naturaleza (inclemencias climáticas, desmoronamientos del terreno, escasez de nutrientes) expresan un gran carácter. Sus troncos suelen tener mucho movimiento, con formas casi caprichosas y de mucho atractivo artístico. Por lo expuesto se prioriza el empleo de árboles de pequeño porte, con copas algo raleadas y diseños de gran dramatismo (ej. Cascadas). En especial se recomiendan pequeñas coníferas (ej. Junipeus procumbens nana). Para plantarlos se los aplica en pequeñas cavidades confeccionadas a tal fin, que se completan con el agregado de keto (mezcla de arcilla y turba). Se pueden anclar con alambres atornillados a los bloques.
En la base de la montaña es esperable encontrar ejemplares menos castigados, con troncos rectos o ligeramente sinuosos y copas más frondosas. El sustrato a elección depende de varios factores, pero en general se priorizan las mezclas que favorecen la retención de agua (ej: mezcla de turba, compost, vermiculita). Para plantar a los ejemplares de la base se construye una “muralla” con keto que contiene el sustrato donde se desarrollarán. Ese perímetro debe tener accidentes y sinuosidades. Si fuera necesario se pueden fijar estas plantas sujetándolos a la bandeja o a la estructura montañosa según convenga. Luego se cubre el sustrato con una capa fina de keto, para que el riego no lo lave y sirva de asiento “adhesivo” para el musgo que lo cubrirá.
La posición de los árboles debe potenciar la sensación de naturalidad y de profundidad. Es una herramienta contundente para trasmitir sensaciones al observador. Para logar este objetivo, podemos recurrir a un método sencillo que consiste en interpretar al peñón como si fuera el tronco de un gran árbol y distribuir a los diferentes ejemplares como si fueran sus ramas. De esta manera, tal como si siguiéramos las reglas habituales para el modelado de un bonsai, evitaremos poner “ramas” en un mismo nivel. Dispondremos a modo de ramas bajas a los arbolitos más desarrollados y destinaremos a las zonas más apicales a los más pequeños (en cuanto a su talla, grosor de tronco y tamaño foliar). No debemos olvidar la importancia de las “ramas” traseras que aportan profundidad a la imagen.
Cuando se construye un paisaje con varios peñones es importante que estas estructuras y los árboles que se plantarán en ellos se proyecten de modo tal que la imagen final integre armoniosamente a todos sus componentes. Siguiendo con el paralelismo que planteamos anteriormente, sería como diseñar un bonsái multitronco, donde los troncos (peñones) y sus ramas (árboles) deben articularse adecuadamente entre sí. 
Sería óptimo lograr una cierta gracia (“ritmo o musicalidad visual”) que invite al observador a recorrer el paisaje con su vista. Es tentador decir que la imaginación es la única limitante, pero más allá de las pretensiones artísticas se deben atender las necesidades de cultivo de cada especie vegetal empleada.
El paisaje que creamos se comportará de forma similar a un ecosistema montañoso, experimentando un gradiente hídrico (la humedad disminuye hacia la cima), por lo que se deben distribuir los ejemplares de modo conveniente respetando lo mejor posible sus requerimientos.  












7) TERMINACIÓN Y REFINAMIENTO
Se aplican diferentes variedades de musgo y cubresuelos, tratando de magnificar el aspecto natural. Para esto es conveniente alternar las texturas y colores, aplicándolos a modo de parches.
Se pinzan o modelan los ejemplares si fuera necesario.
El uso de figuras (humanas, animales, edificaciones, etc.) es controvertido y normalmente se desaconseja. Si la preferencia del artista desatiende esta normativa formal, es recomendable ser conservador para no malograr la naturalidad de la escena, emplear figuras de calidad, respetar la escala y ambientación, para no desarmonizar la imagen.
Si se desea exhibirlo elevado del nivel del piso a modo de patas se pueden emplear columnas ornamentales, bloques o ladrillos de cemento o incluso macetas, cuya elección dependerá de criterios prácticos (lugar de emplazamiento) y estéticos (similares a los expuestos para la elección de la base





8) MANTENIMIENTO
Es habitual escuchar “los paisajes son muy lindos pero difíciles de mantener…” y encontrarse con las ruinas de un paisaje que fue una verdadera obra de arte parece confirmar la sentencia.
Las tareas de mantenimiento son comunes a las realizadas en otras agrupaciones de árboles (bosques), pero con algunas dificultades adicionales:
Mezcla de especies: Las diferentes necesidades de cultivo entorpecen el mantenimiento, en particular si son muy disímiles.
Factores topográficos: Como se explicó, por el declive del terreno existe una estratificación de la humedad y si el riego es homogéneo, en distintos niveles la retención de agua es diferente. En caso necesario se debe tratar de compensar con riegos o vaporizaciones adicionales en las partes altas.
El desnivel del terreno también complica la aplicación de fertilizantes sólidos sobre el sustrato. Se pueden suplir por fertilizantes líquidos e incluso foliares.
Escasa disponibilidad de espacio: Hay poco volumen de sustrato para que el material vegetal se desarrolle a sus anchas. Lo que aumenta la necesidad de fertilizaciones y renovación de sustrato periódicamente.
Dificultad para moverlo y encontrar un emplazamiento adecuado: Es particularmente cierto en los paisajes de grandes dimensiones. Esto complica también la posibilidad de rotarlo periódicamente para equilibrar a lo largo del tiempo la exposición al sol que reciben todos sus ejemplares. Por este motivo es recomendable comenzar con proyectos de dimensiones conservadoras.

· CONCLUSIONES
Por lo expuesto se evidencia que las necesidades de mantenimiento de un paisaje montañoso son muy demandantes, consideración que sería lógico atender antes de embarcarse en un proyecto de este tipo. También es cierto el enorme regocijo que brinda la contemplación de un paisaje, que nos conecta con una imagen tan potente de la naturaleza.
Dependerá de nuestra dedicación lograr que nuestra creación no se convierta en una pieza de arte efímero.


Autor del texto:
Germán Gámbaro.

Revisión y corrección técnico-artística:
Luis Alfredo Mangiarua.

Colaboración y fotografía:
Maximiliano Acosta.



lunes, 2 de septiembre de 2013